Después de la primera guerra mundial, entre 1921 y 1924, algunas casas de costura que sobrevivieron a ella deciden elegir modas de dos tendencias. En una, las prendas son suntuosas y teatrales, la llamaban Poiret, en otra se adaptan mejor a las nuevas condiciones de vida, ésta es la de Chanel.
En ésa época la mujer se libera del corsé y del sujetador, los vestidos se alargan hasta las caderas y las faldas se acortan hasta el tobillo. Las siluetas suelen ser en formas de tubos, los tejidos tienen mucha caida, adornos de perlas o bandas de piel en los bordes de los vestidos.
Ya en los últimos años, empiezan las reinvindicaciones feministas. El talle se cierne sobre las caderas y las faldas se siguen acortando hasta llegar bajo las rodillas. Siguen las perlas y las lentejuelas, sobre todo en los trajes de noche. En algunas ocasiones, como en bodas y bailes se siguen alargando los vestidos, terminando sobre aros, parecidos a los miriñaques del siglo XVIII.
